Muertos no reclaman, Los

Kyuzo es un cazador de hombres. Pasa sus días en los caminos, en busca de proscritos que escapan de la justicia de los magistrados, intercambiando sus cabezas por unas monedas. Aunque trabaja solo, en su madurez se ve empujado a tomar a un joven aprendiz, Katsuhiro, que lo acompañará en su violenta senda. Maestro y discípulo se ven inmersos en una vorágine de sangre, un viaje que los enfrentará a los peores criminales y los conducirá sin remedio a la más terrible encrucijada de sus vidas.

En este chambara clásico, Jorge del Río nos transporta a la cruel y descarnada realidad del Japón del periodo Edo. Un lugar donde el honor y el deber pasan por encima de la vida y se imponen incluso a los más nobles sentimientos que el alma humana pueda albergar. No en vano, la senda del samurái, tan erróneamente idealizada, está regada de sangre.