Nada que temer
Las experiencias religiosas de la familia del autor eran, como mínimo, tenues. Su hermano filósofo, Jonathan Barnes, después de ir a un par de servicios religiosos recuerda haberse sentido como un niño antropólogo entre antropófagos . Julian Barnes tampoco cree en Dios, pero dice que le echa de menos. Y así comienza esta irónica ...