Recuerdos de Lemuria.

Recuerdos de Lemuria

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Vida y aventuras de Mutan Mion, héroe de Lemuria

Mu, Atlántida, Lemuria... ¡Nombres mágicos y evocadores!... ¿Le interesaría conocer algo más sobre el pasado remoto de la Tierra? Si es así, tiene en sus manos el documento más extraordinario de todos los tiempos acerca de la gran catástrofe que acabó con la primera Humanidad hace doce mil años:

¡Yo Recuerdo Lemuria!

He aquí la increíble historia de un soldador de Pensilvania que un buen día empezó a escuchar extrañas voces procedentes de su equipo eléctrico. Al principio pensó que estaba volviéndose loco; pero después, cuando las voces le narraron la asombrosa historia de Lemuria, comprendió que se trataba de algo más que simple estrés profesional. Su experiencia le convenció de que aquellas revelaciones eran reales. Si sus recuerdos son verdaderos o no, debe juzgarlo usted mismo. Miles de personas en todo el mundo ya han afirmado: ¡Nosotros recordamos Lemuria! . Un libro particularmente recomendado a los estudiosos de lo oculto. Pero no sólo interesará a los irrecuperables amantes de las pseudociencias. Las aventuras de Mutan Mion son un compendio de la mejor opereta espacial y del Amazing Stories de la delirante era Palmer: batallas espaciales, imperios galácticos, abracadabrantes teorías psicofísicas, robots biológicos degenerados, mataderos subterráneos de carne inmortal, maquinaria sexual y platillos volantes abandonados en insondables cavernas que se ramifican bajo la superficie terrestre... Todo esto... y mucho más.

Richard Sharpe Shaver (1907-1975) fue el cuarto de cinco hijos. Al acabar el colegio trabajó en una compañía empaquetadora de carne y en un vivero; y en Detroit, asistió a los cursos de su Escuela de Arte. También ejerció como soldador de forma intermitente hasta 1934, año en el que perdemos su pista hasta 1943. Según él, pasó este tiempo conviviendo con los restos de una civilización intraterrestre; según las malas lenguas, lo pasó internado en un hospital psiquiátrico... No podemos dejar de citar aquí a Ray Palmer, Bob McKenna y Chester Geier que, entre otros, se encargaron de dar algo de coherencia a los manuscritos de Shaver eliminando (o suavizando) las escenas de sadismo, antropofagia y sexo explícito, que tanto gustaban a su autor.