Mágica belleza

En Mágica belleza el autor analiza las relaciones entre las formas artísticas y el pensamiento mágico, mediante el uso de símbolos y representaciones, la creación de objetos talismánicos y la articulación de prácticas rituales. Tal hermandad ha fluctuado históricamente, con periodos en que arte y pensamiento mágico han estado ligados inextricablemente, con otros en que se intentaron desligar las hebras, como en el apogeo del racionalismo; no obstante, parece que ese objetivo de separación no puede ser alcanzado, dada la vinculación, ya desde los orígenes del arte, o lo que suponemos respecto a tal punto cero.

En el libro se utilizará un marco histórico amplísimo, desde ese foco inicial hasta el presente, dado que el objetivo es más bien articular unas ideas estéticas, una teoría que ayude a comprender mejor aquello que fundamenta al arte. De entre todas las formas de arte, escuelas, artistas y tendencias, se priorizarán aquellas más cercanas a lo visionario, a lo místico, a lo sobrenatural, puesto que esos creadores o corrientes presentan de manera más intensa tal tipo de vinculación. De esta manera, en el texto se comentarán obras de Remedios Varo, Sigmar Polke, William Blake, David Lynch, Alfred Kubin, Apuleyo, Andrei Tarkovski o H.P. Lovecraft. Sin embargo, ello no implica que se vaya a tratar exclusivamente a artistas visionarios.

El ensayo se articulará mediante unos capítulos que desarrollarán un tema. Los siete capítulos versarán sobre la imaginación y lo imaginario, con ideas especialmente próximas al pensamiento mágico como lo imaginal; una teoría de la imagen de influencia neoplatónica, y la búsqueda de un tipo de pensar que opera mediante imágenes, particularmente útil para compartir conocimiento referido a lo espiritual, sobrenatural y áreas afines; la estética de lo onírico; la no dualidad como elección de planteamiento intelectual, y formas visuales de representarla, sobre todo en el bagaje visual de la alquimia; un capítulo específico para reflexionar sobre los orígenes del arte y la magia, tomando como punto de partida para ello la teoría del arte pleistocénico como práctica chamánica; las analogías del artista con el demiurgo, convertido en el arquetipo del hacedor estético; finalmente, un apartado sobre la noción de theatrum mundi, de la vida personal como una obra de arte, ello también referido a la sociedad.

En cuanto a una delimitación del pensamiento mágico, como base las teorías expuestas partirán del hermetismo, la escuela de la Tardo Antigüedad, aunque con raíces más profundas, y que inspiró el Renacimiento italiano gracias a filósofos como Ficino o Bruno. Suya será la manera principal de entender qué cosa puede ser la magia, sobre todo en su hibridación con la cábala y la alquimia, pero sin desdeñar otras formas alternativas de entenderlo, como los chamanismos, la oleada ocultisto-teosófica del siglo XIX o la contracultura del XX, puesto que todas ellas influyeron poderosamente en el arte.