D'Artagnan enamorado

"LOS MOSQUETEROS: No voy a recomendar a estas alturas las tres obras maestras de Dumas en las que aparecen Athos, Porthos, Aramis y D'Artagnan. Así que me desvío a ese mundo cariñoso y grato del pastiche para recomendar una pequeña joya: D'Artagnan Enamorado, de Roger Nimier (en Edhasa). En este libro memorable y delicioso acompañamos a un alocado Artagnan en algún momento entre Los tres mosqueteros y Veinte años después, enviado por el moribundo Richelieu a Roma, en pos de una misión imposible. El autor parte del estilo de Dumas para quintaesenciarlo y condensarlo en una serie de diálogos y situaciones cada una mejor que la otra, y que a veces se acercan más al Italo Calvino de Nuestros antepasados, o que recuerdan al Cunqueiro de Fanto Fantini o al Perucho de El caballero Kosmas. Se permite alguna que otra licencia con el canon de Dumas, es cierto; pero es un libro gozoso, a veces tan denso de hallazgos felices con personajes y quiebros de la historia, que la trama se diluye. Y no importa. Se pasa estupendamente con el libro y se recupera el añejo sabor del original, ese estilo suelto y fluido que sabe a vino, a cabalgadas, a reencuentros, a conversaciones y a entretenidísimas mentiras urdidas en la amistad. (CUIDADO: EL TEXTO DE LA CONTRACUBIERTA ENGAÑA Y ES ERRÓNEO) (Recomendaciones junio 2006, Dativo Donate)." D'Artagnan es sin duda uno de los personajes más atractivos que nos ha legado la literatura francesa, y, sin embargo, ¿qué sabemos en realidad de él? Le vemos episódicamente en Los tres mosqueteros y Veinte años después, y luego diez años más tarde en El vizconde de Bragelonne, pero ¿qué hacia, quién era cinco años antes? Roger Nimier responde esa pregunta en lo que es a un tiempo una ingeniosa novela de aventuras y una aguda parodia de la novela sentimental.
Al parecer, D'Artagnan estaba enamorado de una muchacha de diecisiete años que firmaba sus cartas como Marie Chantal (años más tarde sería conocida como Madame de Sévigné) y que amaba a D'Artagnan pero no lo suficiente, pero también de Julie, que le amaba demasiado y de una manera terrible, y de Madeleine, que le amaba como Dios manda pero en silencio...
A medio camino entre el homenaje y la broma literaria, Roger Nimier hace gala en esta novela de un fino sentido del humor y de una habilidad literaria excepcional.