Enemigos de los libros, Los. Contra la biblioclastia, la ignorancia y otras bibliopatías

Enemigos de los libros, Los

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  • EAN: 9788416247554
  • ISBN: 978-84-16247-55-4
  • Editorial: Fórcola
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 13 X 21 cm.
  • Páginas: 144

  • Materias
  • No ficción
Disponible en 48/72 horas

16,50 € 15,68 €

"Es una gran lástima que existan tantos enemigos catalogados de los libros que trabajan por la destrucción de la literatura, y que tan a menudo acaben consiguiendo su triste objetivo."
"Bien mirado, la posesión de todo libro antiguo es una encomienda sagrada, de tal suerte que cualquier propietario consciente de lo que tiene, o cualquier custodio, debería pensar que ignorar su responsabilidad en la materia es igual que para un padre dejar de atender a su hijo." William Blades


Para el impresor y bibliómano británico William Blades, los enemigos de los libros son muchos, pero muy identificables, y cual Porfidio moderno, dedica estas páginas a catalogarlos exhaustivamente: a parte de los elementos naturales, como el fuego, el agua, el gas y el calor, el polvo y las plagas, hay otros enemigos intangibles, pero igualmente dañinos, como la ignorancia y el fanatismo. Aunque la mayor amenaza a lo largo de la historia han sido, y posiblemente sean aún, las mañas y malas artes de los bibliópatas, la torpeza de los encuadernadores y la avaricia de vendedores y coleccionistas, a los que Blades muestra especial inquina: aunque se hacen llamar "bibliófilos", deberían ser catalogados como "los peores enemigos de los libros".

Blades, con espíritu curioso, rastrea con mentalidad científica las amenazas constantes, sus causas y consecuencias, a las que están sometidas nuestras preciosas y preciadas bibliotecas, públicas y privadas. Por lo demás, no falta el momento para la anécdota chusca y el sentido del humor, y nos narra decenas de historias sobre la pérdida y destrucción de libros. Especialista en la vida y la obra de William Caxton, el primer impresor de Inglaterra, Blades recorre bibliotecas en busca de singulares volúmenes, y rastrea la pista de libros raros y joyas bibliográficas, olvidados en algún desván, malvendidos a un librero analfabeto, o medio destruidos por el capricho o el descuido de sus dueños.

Su bibliomanía, su pasión por los libros antiguos, valiosos y bellos, lejos de responder a un interés personal, estuvo siempre al servicio de la sociedad: Blades tuvo, quizá por británico, un alta conciencia de lo público, es decir, de que su labor era en beneficio de la comunidad, y que el rescate de esas joyas bibliográficas no tenía mejor fin que el de engrosar y proteger el patrimonio cultural de la sociedad en la que vivía.